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28 de enero de 2009

Educación y ciudadanía

Soy un adicto a los blogs. Cada vez más me encanta leer como piensan, opinan o simplemente se expresan personas como yo, que simplemente necesitamos dar salida a nuestros pensamientos e ideas por si hay alguien, ahí fuera, a quien le puedan interesar.

Habitualmente mis inquietudes vienen motivadas por situaciones que vivo personalmente u observo en la distancia en mi paso diario por este mundo. Las ideas que pasan por mi cabeza están en muchas ocasiones relacionadas con la actualidad. Mi adicción a la información es total. Pero, realmente, en pocas ocasiones me siento motivado a expresar mi punto de vista sobre temas ultra debatidos en artículos de opinión, tertulias y demás actos de reflexión pública. Me gusta expresarme sobre temas menos tratados.

Pero hoy, definitivamente, no puedo evitar referirme a la sentencia del Tribunal Superior de Justicia sobre el derecho a la objeción a la asignatura de educación para la ciudadanía. Una vez conocida esta sentencia han comenzado las declaraciones y me hace gracia escuchar a aquellos que hablan de la falta de interés en un consenso por parte del gobierno como detonante de todo el problema.
El resultado ha sido apabullante, 22 votos contra 7. Un 75% de los jueces en el TSJ han defendido las tesis gubernamentales sobre este asunto. Tan malo, no será. Tan inaceptables no pueden ser las posturas oficiales como para no encontrar un punto de encuentro entre las partes que nos hubiese ahorrado esta situación vergonzosa.

En el trasfondo de todo esto está, como no, la iglesia católica y su intención de seguir moldeando, sin injerencias externas, la moral y el carácter de los niños españoles al igual que hicieron con nosotros gracias a su relación privilegiada con el poder. Les jode que l@s niñ@s de hoy, que serán quienes decidan el rumbo de la vida en este país en el futuro, puedan aprender a ser tolerantes, a crear su propio criterio, a pensar diferente y a no tragarse las tesis arcaicas que la iglesia católica lanza continuamente para mantener bajo control a los temerosos de Dios.

Es triste que en el siglo XXI esta institución mantenga una posición de influencia excesiva en la funcionamiento de nuestra sociedad. Por suerte cada vez son menos los que aplauden y acatan las estupideces -me lo parecen a mi que no a todos, claro -que lanzan desde los púlpitos.
Solamente aclarar que no me opongo en absoluto a la libertad de credo, que cualquier religión y sus seguidores tengan el camino libre para realizar su labor de adoctrinamiento. Lo que no acepto ni aceptaré nunca es el trato privilegiado que la iglesia católica tiene por parte del estado español.

Por suerte, que no gracias a Dios, las cosas han evolucionado, pero no lo suficiente y aún se mantiene un vínculo especial entre el estado y la iglesia católica. Un vínculo que se mantiene de un modo solapado y que me parece vergonzante, iglesia-monarquía. Esa es la puerta de entrada que les queda. Debemos cerrar esa puerta, y la mejor forma de hacerlo, es cambiarla.

3 comentarios:

Isabel dijo...

Es vínculo existe porque, no nos engañemos, la mayoría de la gente lo quiere así. Quiero creer que el actual Gobierno estaría encantado de romper estos vínculos anacrónicos, que lo único que consiguen es contribuir a la ceguera de la sociedad, que tan bien le viene a la Iglesia para seguir en su sitio, que de otra manera sería incapaz de mantener. Pero... si lo hiciera sólo conseguiría que la mayoría de la sociedad se le lanzara a la yugular, perder las próximas elecciones, y con ellas, perdería también la posibilidad de seguir poco a poco cambiando la política social de este país que tan destruida había quedado después de 8 años gloriosos.

Diana dijo...

Niño, te ha llegado mi comentario?
Espero que sí.
Otro bico,
Diana

Unknown dijo...

hola Diana,

Si que recibo tus comentarios, y me gusta pasarme por tu blog y dejarte por alli alguno mio.

Un besote

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