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26 de julio de 2010

Nuevas metas

Estoy roto, ha sido un día duro. Duro en intensidad física más que mental. Estamos casi en agosto y el que más , y el que menos, tiene todo el pescado vendido y no hace mucho por vender más. Es tiempo de paz.

Por lo visto para ella no es así. Su energía es inagotable. Crees que se rinde, que lo deja todo para otro día. Reposa con sus ojos cerrados, tumbada de espaldas, los brazos abiertos, y, de repente, como si de un cybor de la última parte de la saga Terminator se tratara, abre sus ojos, fija su objetivo y dibujando una mueca estraña en su rostro, comienza de nuevo su lucha.

El objetivo está lejos, los obstaculos son muchos y grandes, pero nada le puede parar. Todavía no se ha inventado la montaña lo suficientemente alta que le haga desistir. Se incorpora y utilizando lo que parecen sus últimas fuerzas, simplemente lo parecen, se arrastra hasta su destino y al llegar a la base mira hacia arriba, sonrie y comienza el reto.

En menos de una milésima de segundo lo consigue, se pone de pie frente al cabezal de la cama de sus padres y comienza a hacer pruebas para descubrir que se siente al mantenerse erguida sin ningún apoyo. Una sensación que le dura cortos lapsos de tiempo ya que vuelca inmediatamente.

Es increible, nada la agota. Ni el paso del tiempo, ni los continuos ciclos de elevación y caida que está sufriendo, ni la angustiosa mirada de su madre que quiere que se duerma, para poder dormir. Nada, ella es inagotable.

Espero que cuando cumpla años, mi hija siga siendo igual de obstinada con sus metas y mantenga esa capacidad de esfuerzo. Confío que no sea simplemente una cosa más, de esas que hacen los niños.

Trabajaremos ese carácter por que le hará falta.

1 comentario:

Nelsonmendez62 dijo...

Muy hermoso. En realidad ese es el motivo por el que casi todo el mundo camina.

Porque lo intentaron una y otra vez y nunca desistieron.

Yo también espero que tu hija continué de esa manera.


Nelson

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