Ayer fue el cumpleaños de mi hermano Mateo. Hace ya casi tres años que no estamos juntos, aunque internet abre muchos canales de comunicación, que nos hace sentirnos muy cerca, la falta del contacto humano hace que esto no sea suficiente.
Mateo vive en Colombia, desde hace ya... no recuerdo cuantos años, con Nicolasa y su hijo Mateo Salvador. Son una pareja altruista en grado máximo y con su sacrificio y esfuerzo mantienen viva una Casa Taller para niños y jóvenes de la que ya he hablado en otras entradas.
El caso es que esta fecha me ha hecho acordarme de ellos de un modo especial, aunque siempre los tengo en mis pensamientos, y he querido de algún modo decir en voz alta cuanto los hecho de menos y cuanto los quiero. Esta situación es fruto de su elección, y por muy duro que sea la respeto y la respaldo.
Me ha sido imposible contactar con ellos, de hecho hace ya más de tres meses que no lo consigo, si bien algún mail que otro siempre nos mantiene en contacto. En momentos así me planteo muchas cosas, analizando aquello por lo que cada día estoy luchando, me doy cuenta que el enfoque correcto es otro.
La vida pasa y perdemos nuestros dias en gilipolleces obviando en muchas ocasiones aquello que realmente importa. Lo que realmente importa somos nosotros, somos todos, es cubrir esos deseos de relación y contacto, de cercanía. Algo muy intenso que me pone triste.
Solamente espero Mateo que leas esto y que haya sido capaz de transmitirte mi amor de hermano y la necesidad que tengo de tener noticias vuestras. Seguro que estais bien y me alegrará oirlo de tu propia voz.
Os quiero, os queremos
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