Todos los que trabajamos en el campo de la internacionalización de las empresas españolas, tenemos de un modo u otro relación con el Institto de Comercio Exterior. Una figura que en su día fué imprescindible, por la poca iniciativa privada que existía en la prestación de estos servicios para la empresa española, pero que hoy en día supone una barrera insalvable para el desarrollo del sector de la consultoría internacional.
Una empresa que quiera hacer un análisis de un mercado concreto para evaluarlo y diseñar posteriormente una estratégia de introducción en el mismo tiene dos opciones, acudir a la red internacional de ICEX, pagando un precio ridículo o acudir a una empresa consultora que, por un precio de mercado les pueda ofrecer un servicio similar. Eso si, de mayor calidad. Por desgracia seguimos siendo un país donde se valora en exceso el precio que tienen las cosas y no la calidad de las mismas. Otro punto, por cierto, que debe modificarse en nuestra mentalidad empresarial.
El equipo humano de Icex está formado en su mayoría por becarios que, con toda la buena intención y esfuerzo, intentan desarrollar un buen trabajo. Pero la intención no es suficiente, hace falta algo más. Capacidad.
Capacidad basada en su experiencia profesional, en su conociemiento del mercado y en su actitud. Los becarios suelen ser estudiantes con una escasa, a veces nula, experiencia profesional, que pasan un año en un país extranjero, del que en la mayoría de los casos no conocen ni tan siquiera el idioma, y sobre los que recae la responsabilidad de dar soporte a un proyecto de expansión internacional de empresas españolas que confían ciegamente en ellos. Son la cave de los precios que Icex ofrece.
A su favor, la energía que la juventud implica y su compromiso con el proyecto en el que se encuentran. El problema no son ellos. El problema es la política de dumping que el Icex mantiene año tras año y que coarta el desarrollo de un sector imprescindible para el buen funcionamiento de nuestra economía.
Aquellas consultoras que hemos decidido internacionalizarnos y realizar inversines en otros mercados, dirigidas principalmente a facilitar la labor de implantación de Pymes en ellos, nos encontramos con muchos problemas a la hora de realizar nuestra labor.
Seleccionar, formar y mantener una plantilla de personas que puedan dar el resultado adecuado, representa una inversión dificilmente sostenible cuando se tiene que competir con los precios de Icex. Por suerte, la empresa privada empieza a entender que algo es barato o caro no por su precio, sino por la relación que existe entre el precio que pagas y los resultados que obtienes.
Cuando he comentado esta situación con mis colegas, me dan la razón a medias, ya que recibimos de Icex una linea de subvenciones que nos ha ayudado bastante a desarrollarnos. Me consta que la mayoria de los que nos hemos metido en esta aventura también tienen esta ventaja. Pero en un mercado libre, donde no tuviesemos que competir con el estado, no necesitariamos esas ayudas.
La economía española necesita abrirse al exterior. Las empresas que peor lo están pasando en estos tiempos de crisis son aquellas que tienen su ámbito de influencia reducido al mercado doméstico. Y para que esto sea una realidad, es necesaria una avanzadilla de consultoras que vayan a los mercados, los analicen, busquen oportunidades y las trasladen a la empresa española. De un modo profesional y con un conocimiento real de los mismos.
Los becarios están un año en los mercados, cuando empiezan a comprender el país, su beca termina y viene otro. Los Consejeros Comerciales están algo más de tiempo, cuatro años. Supongo que esta limitación temporal está basada en un principio de precaución para evitar que generen sus intereses privados al tener durante mucho tiempo acceso a información privileda.
Es necesario que sea el sector privado quien opere en este campo. Y nadie dice nada, es un sector intervenido por el estado, de un modo indirecto pero con una competencia desleal que impide un desarrollo adecuado de nuestra economía y coarta iniciativas empresariales.
A las pruebas me remito.
Una empresa que quiera hacer un análisis de un mercado concreto para evaluarlo y diseñar posteriormente una estratégia de introducción en el mismo tiene dos opciones, acudir a la red internacional de ICEX, pagando un precio ridículo o acudir a una empresa consultora que, por un precio de mercado les pueda ofrecer un servicio similar. Eso si, de mayor calidad. Por desgracia seguimos siendo un país donde se valora en exceso el precio que tienen las cosas y no la calidad de las mismas. Otro punto, por cierto, que debe modificarse en nuestra mentalidad empresarial.
El equipo humano de Icex está formado en su mayoría por becarios que, con toda la buena intención y esfuerzo, intentan desarrollar un buen trabajo. Pero la intención no es suficiente, hace falta algo más. Capacidad.
Capacidad basada en su experiencia profesional, en su conociemiento del mercado y en su actitud. Los becarios suelen ser estudiantes con una escasa, a veces nula, experiencia profesional, que pasan un año en un país extranjero, del que en la mayoría de los casos no conocen ni tan siquiera el idioma, y sobre los que recae la responsabilidad de dar soporte a un proyecto de expansión internacional de empresas españolas que confían ciegamente en ellos. Son la cave de los precios que Icex ofrece.
A su favor, la energía que la juventud implica y su compromiso con el proyecto en el que se encuentran. El problema no son ellos. El problema es la política de dumping que el Icex mantiene año tras año y que coarta el desarrollo de un sector imprescindible para el buen funcionamiento de nuestra economía.
Aquellas consultoras que hemos decidido internacionalizarnos y realizar inversines en otros mercados, dirigidas principalmente a facilitar la labor de implantación de Pymes en ellos, nos encontramos con muchos problemas a la hora de realizar nuestra labor.
Seleccionar, formar y mantener una plantilla de personas que puedan dar el resultado adecuado, representa una inversión dificilmente sostenible cuando se tiene que competir con los precios de Icex. Por suerte, la empresa privada empieza a entender que algo es barato o caro no por su precio, sino por la relación que existe entre el precio que pagas y los resultados que obtienes.
Cuando he comentado esta situación con mis colegas, me dan la razón a medias, ya que recibimos de Icex una linea de subvenciones que nos ha ayudado bastante a desarrollarnos. Me consta que la mayoria de los que nos hemos metido en esta aventura también tienen esta ventaja. Pero en un mercado libre, donde no tuviesemos que competir con el estado, no necesitariamos esas ayudas.
La economía española necesita abrirse al exterior. Las empresas que peor lo están pasando en estos tiempos de crisis son aquellas que tienen su ámbito de influencia reducido al mercado doméstico. Y para que esto sea una realidad, es necesaria una avanzadilla de consultoras que vayan a los mercados, los analicen, busquen oportunidades y las trasladen a la empresa española. De un modo profesional y con un conocimiento real de los mismos.
Los becarios están un año en los mercados, cuando empiezan a comprender el país, su beca termina y viene otro. Los Consejeros Comerciales están algo más de tiempo, cuatro años. Supongo que esta limitación temporal está basada en un principio de precaución para evitar que generen sus intereses privados al tener durante mucho tiempo acceso a información privileda.
Es necesario que sea el sector privado quien opere en este campo. Y nadie dice nada, es un sector intervenido por el estado, de un modo indirecto pero con una competencia desleal que impide un desarrollo adecuado de nuestra economía y coarta iniciativas empresariales.
A las pruebas me remito.
2 comentarios:
Totalmente de acuerdo.
anónimo :) gracias, se agradece tu adhesión y sobre todo que la dejes patente con tu comentario.
Gracias
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